viernes, 7 de noviembre de 2008

Silencio

¡Silencio!
Deja de hablar y escucha mi mirada.
Mis oídos te rehusan
y todo mi ser se concentra en tus pupilas.
Y aquí te amo.
Mis ojos quieren besar los tuyos.
Anda, ¡mírame y calla!

Vitoria,16-11-98. Adolescencia amante de Bécquer.

La mirada nietzschesca

Mis pupilas, te buscan
te imploran
te evocan
te llaman y te extrañan,
¡míralas!
Y ansiosas cual luna espera
la hora del crepúsculo, insisten,
insisten intentandose hacer más penetrantes,
creyendo así, que al sentir un ligero pinchazo en la nuca
te volverás y las hallarás.
Entonces parecerá que han hurtado
todas las estrellas del universo
para regalártelas en una mirada.
Y cuano esboces el gesto
que dejará ver tu cara
se lamentarán
huirán
se esconderán
te rehusarán;
pero la inmensa luz de las estrellas
que no pueden esconder, las delatarán;
entonces serás tú quien las busque.
Y esa levedad de ese insignificante propósito,
se transformará en la carga más pesada,
en el eterno retorno,
convirtiéndose así, ese pequeño gesto,
en la más intensa plenitud de la vida.

Vitoria 10-11-1998. Primer encuentro con La insoportable levedad del ser.